sábado, 8 de diciembre de 2018

“Escuchar el grito de los pobres que lloran mientras los ricos banquetea

El Papa celebró la Segunda Jornada Mundial de los Pobres y recordó: «el grito de los niños que no pueden salir a la luz o de los chicos acostumbrados al fragor de las bombas, en lugar del alegre bullicio de los juegos»; «estar cerca de los necesitados no es la moda de un Pontificado»


Manos tendidas y brazos abiertos o caídos, en signo de derrota o de indiferencia. En estos gestos el Papa Francisco identifica la actitud de los hombres, de los cristianos, hacia los que en el presente viven dificultades. Hacia los pobres que hoy gritan cada vez más fuerte, pero que son cada vez menos escuchados porque han sido acallados «por el estruendo de pocos ricos, que son cada vez menos y cada vez más ricos».

El Papa celebró la segunda Jornada Mundial de los Pobres, instituida por él mismo al final del Jubileo de la Misericordia, con una gran misa en la Basílica de San Pedro, durante la que pidió «la gracia» de escuchar «el grito de los pobres». «Es el grito ahogado de los niños que no pueden salir a la luz, de pequeños que sufren el hambre, de chicos acostumbrados al fragor de las bombas, en lugar del alegre bullicio de los juegos. Es el grito de los ancianos descartados y dejados solos. Es el grito de quien debe afrontar las tormentas de la vida sin una presencia amiga. Es el grito de quien huye, dejando la casa y la tierra sin la certeza de un puerto. Es el grito de enteras poblaciones, privadas de los enormes recursos naturales de los cuales disponen. Es el grito de tantos Lázaros que lloran, mientras pocos epulones banquetean con lo que por justicia toca a todos», afirmó el Pontífice argentino.

«La injusticia es la raíz perversa de la pobreza», dijo Francisco- «El grito de los pobres se hace cada día más fuerte, pero cada día es menos escuchado, acallado por el estruendo de pocos ricos, que son cada vez menos y cada vez más ricos»Ante esta situación, «ante la dignidad humana pisoteada, a menudo se permanece con los brazos caídos o bien se abren los brazos, impotentes frente a la oscura fuerza del mal», denunció en su homilía. «Pero el cristiano no puede quedarse de brazos caídos, indiferente, o con los brazos abiertos, fatalista, no. El creyente tiende la mano, como hace Jesús con él».

 Precisamente Cristo «en la persona de los pobres reclama alzando la voz la caridad de sus discípulos. Nos pide que lo reconozcamos en quien tiene hambre y sed, en quien es forastero o ha sido despojado de dignidad, en quien está enfermo y encarcelado». A todos ellos debemos tender la mano, afirmó Francisco. Dios «tiende la mano» y «es un gesto gratuito». «Es así como se hace. No estamos llamados a hacer el bien solo a quienes nos quieren. Corresponder es normal, pero Jesús pide ir más allá: dar a quien no tiene con que corresponder, es decir amar gratuitamente». «Veamos nuestros días», pidió el Papa, «entre todas las cosas, ¿hacemos algo gratuito, algo por quien no tiene para corresponder? Esa será nuestra mano tendida, nuestra verdadera riqueza en el cielo». 

En particular, el Papa Bergoglio reflexionó sobre las tres acciones de Jesús en el Evangelio de hoy. La primera es «dejar»: Él «deja a la multitud en el momento del éxito, cuando era aclamado por haber multiplicado los panes. Mientras los discípulos querían gozar la gloria, inmediatamente los obliga a irse y se despide de la multitud». Siempre «Jesús va contracorriente: primero deja el éxito, después la tranquilidad. Nos enseña la valentía de dejar: dejar el éxito, que infla el corazón, y la tranquilidad, que adormece el alma».

Él nos aleja de las cómodas «llanuras de la vida», de las «pequeñas satisfacciones cotidianas», afirmó el Papa. Los discípulos de Jesús, efectivamente, «no están hechos para la previsible tranquilidad de una vida normal. Como su Señor, viven en camino, ligeros, listos para dejar las glorias del momento, atentos a no apegarse a los bienes que pasan». El cristiano es «un viandante ágil de la existencia» y «nosotros no vivimos para acumular: nuestra alegría radica en dejar lo que pasa para detener lo que permanece».

Pidamos a Dios, exhortó el Pontífice, ser una Iglesia «siempre en movimiento, experta en el dejar y fiel en el servir. Despiértanos, Señor, de la calma ociosa, de esa quieta bonanza en nuestros puertos seguros. Desátanos de las amarras de la auto-referencialidad que lastra la vida, líbranos de la búsqueda de nuestros éxitos. Enséñanos a saber dejar para cambiar nuestra ruta de la vida por la tuya: hacia Dios y hacia el prójimo».

                                                                                                        
SALVATORE CERNUZIO
Ciudad DEL VATICANO
 https://www.lastampa.it/2018/11/18/vaticaninsider/escuchar-el-grito-de-los-pobres-que-lloran-mientras-los-ricos-banquetean-yxY6NyycCbokFhGr6pADlJ/pagina.html?utm_source=dlvr.it&utm_medium=twitter

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