miércoles, 5 de diciembre de 2018

IMPORTANCIA DE LA CONFESIÓN Y COMUNIÓN


La confesión no solamente borra nuestros pecados pasados, sino que nos da fuerzas y energías para preservarnos de los futuros.
El alma que se sienta esclavizada por los vicios de la carne
ha de acudir en primer término a esta fuente de purificación, regulando la frecuencia de sus confesiones según las fuerzas que necesite para no caer, no para levantarse de la culpa después de la caída.
El procedimiento de esperar la caída para levantarse de ella en el sacramento de la penitencia es completamente equivocado.
Es preciso prevenir las caídas, acercándose al sacramento de la penitencia cuando nota el alma que va debilitándose y perdiendo fuerzas a fin de volver a recobrarlas, evitando con ello la caída que ya se aproximaba.
Si para lograr este resultado es preciso al principio confesarse dos o tres veces por semana, no se debe vacilar un momento en practicarlo así.
Toda clase de diligencias son pocas para librarse de semejante esclavitud y empezar a respirar a pleno pulmón el aire puro de la gloriosa libertad que corresponde a un hijo de Dios.
Ayudará mucho también tener un confesor fijo, al que se le descubra el alma por entero y del que se acepten la ayuda y los consejos.
El tener que dar cuenta de su alma siempre a un mismo y determinado confesor ata mucho los vuelos de la imaginación y representa un freno no despreciable contra el ímpetu de las propias pasiones.

La sagrada comunión tiene eficacia soberana contra las concupiscencias de la carne. En ella recibimos real y verdaderamente al Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo. Su alma santísima transfunde sobre la nuestra las gracias de fortaleza y resistencia contra el poder de las pasiones. Su carne purísima se pone en contacto con la nuestra pecadora y la espiritualiza y diviniza.
No en vano ha sido llamada la Eucaristía pan de los ángeles y vino que engendra vírgenes.
Los jóvenes, sobre todo, necesitan de este divino remedio para contrarrestar el ardor de sus pasiones juveniles. La experiencia en la dirección de las almas muestra claramente que no hay nada tan poderoso y eficaz para mantener a un joven en la templanza y castidad como la comunión frecuente y diaria. 

 Antonio Royo Marín
Teología de la perfección cristiana.

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