Como preparación a las apariciones de Nuestra Señora, un ángel
quien se identificó como el "Ángel de Portugal", le habló en primer lugar a
los niños diciéndoles: "No temáis. Yo soy el ángel de la Paz. Rezad
conmigo".
Luego él se arrodilló, doblándose hasta tocar el suelo con su frente y rezó:
"Dios mío, yo creo, yo os adoro y yo os amo!,
os pido perdón por aquellos que no
creen,
no os adoran, no confían y no os aman!"
Él dijo esta oración tres veces. Cuando
acabó, le dijo a los niños:
"Rezad así... Los corazones de Jesús y María están
atentos a la voz de vuestras súplicas".
Él dejó a los niños quienes empezaron a decir
esta oración frecuentemente.
Las apariciones del Ángel de Portugal (1916)
En la Portugal rural del 1917 no es inusual el ver a los niños
llevando a sus rebaños a
pastorear. Esto es lo que los niños de la familia Marto y Santos, todos
primos, hacían
en estos días. Casi siempre eran Lucía Santos, Francisco Marto y su
hermana Jacinta, los
que con gusto tomaban esta responsabilidad, agradecidos por la suerte
de estar al aire
libre y de jugar mientras las ovejas pastoreaban en silencio.
Ellos
llevaban a pequeños
grupos de ovejas a pastorear en parcelas pertenecientes a sus padres en
diferentes partes
de la sierra, el altiplano en el que se encontraba el pueblecito de
Fátima (donde se encontraba la
Iglesia parroquial ) y Aljustrel (donde vivían los niños). Dos
miradores
favoritos eran las colinas que miraban a Aljustrel, cerca de un campo
llamado Loca do Cabeço (Lugar de la Cabeza) y la Cova da Iria (Ensenada
de Irene) a una corta distancia de
Fátima. En estos lugares ocurrieron las apariciones que cambiarían el
curso de la vida
de estos niños y de la historia del siglo XX.
La primera aparición del Ángel de Portugal
En la primavera de 1916 Lucía, Francisco y Jacinta tuvieron su primer encuentro con un
mensajero celestial. Escribiendo en sus memorias, compuestas bajo obediencia a su obispo,
Lucía nos cuenta sobre esa primera reunión:
Fuimos esa vez a la propiedad de mis padres, que está abajo del Cabeço, mirando hacia el
este. Se llama Chousa Velha.
Como a mitad de mañana comenzó a lloviznar y subimos la colina, seguidos de las ovejas,
en busca de una roca que nos protegiera. Así fue como entramos por primera vez en el
lugar santo.
Está en la mitad de una arboleda de olivos que pertenece a mi padrino,
Anastasio. Desde allí uno puede ver la aldea donde yo nací, la casa de mi padre y
también Casa Velha y Eira da Pedra. La arboleda de pinos, que en realidad pertenece a
varias personas, se extiende hasta estos lugares.
Pasamos el día allí, ya que la lluvia había pasado y el sol brillaba en el cielo
azul. Comimos nuestros almuerzos y comenzamos a rezar el rosario. Después de eso,
comenzamos a jugar un juego con guijarros.
Pasaron tan solo unos segundos cuando un fuerte
viento comenzó a mover los árboles y miramos hacia arriba para ver lo que estaba
pasando, ya que era un día tan calmado. Luego comenzamos a ver, a distancia, sobre los
árboles que se extendían hacia el este, una luz más blanca que la nieve con la forma de
un joven, algo transparente, tan brillante como un cristal en los rayos del sol. Al
acercarse pudimos ver sus rasgos.
Nos quedamos asombrados y absorbidos y no nos dijimos
nada el uno al otro. Luego él dijo:
No tengáis miedo. Soy el ángel de la paz. Orad conmigo.
Él se arrodilló, doblando su rostro hasta el suelo. Con un impulso sobrenatural hicimos
lo mismo, repitiendo las palabras que le oímos decir:
Dios mío, yo creo en Vos, yo os adoro, yo espero y yo os amo. Os pido perdón por los que
no creen, no os adoran, no esperan y no os aman.
Después de repetir esta oración tres veces el ángel se incorporó y nos dijo:
Orad de esta forma. Los corazones de Jesús y María están listos para escucharos.
Y desapareció. Nos dejó en una atmósfera de lo sobrenatural que era tan intensa que
estuvimos por largo rato sin darnos cuenta de nuestra propia existencia. La presencia de
Dios era tan poderosa e íntima que aún entre nosotros mismos no podíamos hablar. Al día
siguiente, también esta atmósfera nos ataba, y se fue disminuyendo y desapareció
gradualmente. Ninguno de nosotros pensó en hablar de esta aparición o hacer ningún tipo
de promesa en secreto. Estabamos encerrados en el silencio sin tan siquiera desearlo.
El efecto intenso de esta aparición del Angel que tuvo sobre los niños, fue diferente a la
experiencia un tanto más serena con la de la Virgen al año siguiente. Lucía dice:
No sé por que, pero las apariciones de la Virgen produjeron en nosotros efectos muy
diferentes que los de las visitas del ángel. En las dos ocasiones sentimos la misma
felicidad interna, paz y gozo, pero en vez de la posición física de postrarse hasta el
suelo que impuso el ángel, nuestra Señora trajo una sensación de expansión y libertad,
y en vez de este aniquilamiento en la presencia divina, deseábamos solamente exultar
nuestro gozo. No había dificultad al hablar cuando nuestra Señora se apareció, había
más bien por mi parte un deseo de comunicarme.
Esta diferencia puede tal vez ser explicada de la siguiente manera. Los ángeles
cualquiera que sea su coro tienen en común con Dios una naturaleza espiritual, no
mezclada con la materia.
La bondad de su ser, llena de justicia divina de acuerdo con el
nivel de gloria dado a cada uno, irradia esa santidad sin mediación, por tanto
proporcionada a la capacidad de los seres humanos para experimentarla.
No sin razón las
escrituras demuestran cuan fácil se puede confundir a un ángel apareciéndose a un
hombre con el mismo Dios. (Apoc. 19:10, 22:9). Sin embargo, cuando se aparece nuestra
Señora, aunque su gloria es mayor a la del más alto serafín, su naturaleza humana cubre
esta gloria, así como pasó con la naturaleza de nuestro Señor, aún después de su
Resurrección.
Aunque los ángeles también pueden aparecer en una forma más mundana, debe haber sido
parte del propósito divino el revelarle a los niños algo de la Santidad de Dios. Lucía
nos dice sobre este efecto que tardó en desaparecer:
Sus palabras se grabaron tan profundamente en nuestras mentes que nunca las olvidamos,
hasta el punto en que pasábamos largos ratos de rodillas repitiéndolas, a veces hasta
que nos caíamos exhaustos.
La Segunda Aparición del Ángel de Portugal
Durante el verano de 1916 los tres primos estaban jugando en el calor del día en el
jardín cerca del pozo detrás de la casa de los Santos en Aljustrel. Lucía describe
cómo el ángel se les apareció una vez más, regañándoles por su falta de seriedad
espiritual.
De repente vimos al mismo ángel cerca de nosotros.
¿Que estáis haciendo? Teneis que rezar!. Rezar!. Los corazones de Jesús y María
tienen designios Misericordiosos para vosotros.
Debeis ofrecer vuestras oraciones y sacrificios a
Dios, el Altísimo.
¿Pero cómo nos debemos sacrificar? Pregunté.
En todas las formas que podais ofrecer sacrificios a Dios en reparación por los pecados
por los que Él es ofendido, y en suplicación por los pecadores. De esta forma vosotros
traereis la paz a este país, ya que yo soy su ángel guardián, el Angel de Portugal.
Además, aceptad y soportad con paciencia los sufrimientos que Dios os enviará.
Esta aparición renovó el mismo efecto profundo que tuvo el primero en ellos. Francisco,
quien a lo largo de las apariciones del ángel y de nuestra Señora podía ver pero no
escuchar, no tuvo éxito en obtener de las niñas las palabras que el ángel había dicho
hasta el próximo día. Lucía nos dice:
Las palabras del ángel se sumieron en lo profundo de nuestras almas como llamas
ardientes, mostrándonos quien es Dios, cual es su Amor por nosotros, y cómo Él quiere
que nosotros le amemos también, el valor del sacrificio y cuanto Le agrada, cómo El lo
recibe para la conversión de los pecadores. Es por eso que a partir de ese momento
comenzamos a ofrecerle algunos sacrificios que nos mortificaran.
La Tercera Aparición del Ángel de Portugal
Lucía no está segura de cuando ocurrió la tercera aparición del ángel. Ella cree
recordar que fue a finales de Septiembre u Octubre de 1916. Habiéndose dirigido a Cabeço
con sus rebaños, y estando más atentos a las palabras del ángel, ellos se arrodillaron
inmediatamente para orar la oración que les enseño el ángel: Dios mío, yo creo en ti,
yo te adoro…etc.
Después de haber repetido esta oración no sé cuantas veces vimos a una luz extraña
brillar sobre nosotros.
Levantamos nuestras cabezas para ver que pasaba. El ángel tenía
en su mano izquierda un cáliz y sobre él, en el aire, estaba una hostia de donde caían
gotas de sangre en el cáliz. El ángel dejó el cáliz en el aire, se arrodilló cerca de
nosotros y nos pidió que repitiesemos tres veces:
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente, y os ofrezco
el precioso cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de Jesucristo, presente en todos los
tabernáculos del mundo, en reparación de las ingratitudes, sacrilegios e indiferencia por
medio de las cuales Él es ofendido.
Y por los méritos infinitos de su Sagrado Corazón y
por el del Inmaculado Corazón de María, os pido humildemente por la conversión de los pobres
pecadores.
Después se levantó, tomó en sus manos el cáliz y la hostia. La hostia me la dio a mí
y el contenido del cáliz se lo dio a Jacinta y a Francisco, diciendo al mismo tiempo:
Tomad y bebed el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo terriblemente agraviado por la
ingratitud de los hombres. Ofreced reparación por ellos y consolad a Dios.
Una vez más él se inclinó al suelo repitiendo con nosotros la misma oración tres
veces: Oh Santísima Trinidad…etc., y desapareció.
Abrumados por la atmósfera
sobrenatural que nos envolvía, imitamos al ángel en todo, arrodillándonos postrándonos
como él lo hizo y repitiendo las oraciones como él las decía.
Fue de esta forma en la que fueron catequizados en oración, sufrimiento por reparación,
y en la doctrina de la Santa Eucaristía, y fortalecidos por el Pan de los Angeles, como los
niños de Fátima fueron preparados para la visita de la Reina de Portugal, la Inmaculada
Virgen María.
Apariciones de la Santísima Virgen María en Fátima (1917)
Casi 8 meses pasaron desde la última aparición del Ángel. Lucía, Francisco y Jacinta
continuaron haciendo lo que el ángel les había enseñado, orando y ofreciendo sacrificios
al Señor. Lucía tenía ahora 10 años, Francisco nueve en Junio y Jacinta acababa de
cumplir siete en marzo, cuando el 13 de mayo de 1917, decidieron llevar sus ovejas a
unas colinas que pertenecían al padre de Lucía conocidas como Cova da Iria, o Ensenada
de Irene.
Fue ahí, solo con una excepción, donde la Santísima Virgen bajo el nombre de
Nuestra Señora del Rosario se les apareció en seis ocasiones en 1917, y una novena vez
en 1920 (sólo a Lucía).
Tan importante como el lugar y el momento eran la situación a nivel mundial. En esos
momentos la Primera Guerra Mundial hacía estragos en Europa, conduciendo a la humanidad a
la forma más salvaje de guerra vista hasta el día de hoy. En la lejanía de Moscu, Lenin
preparaba la revolución que volcó el orden social Ruso en Noviembre de 1917 y en la que
se sumergió eventualmente casi la mitad de los habitantes de esta tierra.
Fue en este
contexto en el que el cielo intercede por la tierra para proveer el antídoto para los
males morales y sociales del mundo – el mensaje de Fátima.
Aparición de la Virgen de Fátima del 13 de mayo de 1917
Llevando a su rebaño fuera de Aljustrel en la mañana del 13 de mayo, la fiesta de
Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, los tres niños pasaron Fátima, donde se
encontraban la parroquia y el cementerio, y prosiguieron más o menos un kilómetro hacia
el norte a las pendientes de Cova.
Aquí dejaron que sus ovejas pastorearan mientras ellos
jugaban en la pradera que tenía algún que otro árbol de roble. Después de haber tomado
su almuerzo alrededor del mediodía decidieron rezar el rosario, aunque de una manera un
poco trucada, diciendo sólo las primeras palabras de cada oración. Al instante, ellos
sufrieron un sobresalto, que después describieron como un "rayo en medio de un
cielo azul".
Pensando que una tormenta se acercaba se debatían si debían recoger las
ovejas e irse a casa. Preparándose para hacerlo fueron nuevamente sorprendidos por una
luz extraña.
Comenzamos a ir cuesta abajo llevando a las ovejas hacia el camino. Cuando estabamos en la
mitad de la cuesta, cerca de un árbol de roble (el gran árbol que hoy en día está
rodeado de una reja de hierro), vimos otro rayo, y después de dar unos cuantos pasos más
vimos en un árbol de roble (uno más pequeño más abajo en la colina) a una señora
vestida de blanco, que brillaba más fuerte que el sol, irradiando unos rayos de luz
clara e intensa, como una copa de cristal llena de pura agua cuando el sol radiante pasa
por ella. Nos detuvimos asombrados por la aparición.
Estabamos tan cerca que quedamos en
la luz que la rodeaba, o que ella irradiaba, casi a un metro y medio.
Por favor no temáis, no os voy a hacer daño.
Lucía respondió por parte de los tres, como lo hizo durante todas las apariciones
¿De dónde sois?
Yo vengo del cielo.
La Señora vestía con un manto puramente blanco, con un borde de oro que caía hasta sus
pies. En sus manos llevaba las cuentas del rosario que parecían estrellas, con un
crucifijo que era la gema más radiante de todas. Quieta, Lucía no tenía miedo. La
presencia de la Señora le producía solo felicidad y un gozo confiado.
"¿Qué queréis de mi?"
Quiero que regreses aquí los días trece de cada mes durante los próximos seis meses a la
misma hora. Luego te diré quien soy, y qué es lo que más deseo. Y volveré aquí una
séptima vez.
" ¿Y yo iré al cielo?"
Sí, tu irás al cielo.
" ¿Y Jacinta?"
Ella también irá.
"¿Y Francisco?"
Él también, pero primero debe rezar muchos Rosarios.
La Señora miró a Francisco con compasión por unos minutos, matizado con una pequeña
tristeza. Lucía después se acordó de algunos amigos que habían fallecido.
"¿Y María Nieves está en el cielo?
Si, ella está en el cielo.
"¿Y Amelia?"
Ella está en el purgatorio.
Os ofreceréis a Dios y aceptaréis todos los sufrimientos que Él os
envíe, en reparación por todos los pecados que Le ofenden y por
la conversión de los
pecadores.
"Oh sí, lo haremos"
Tendréis que sufrir mucho, pero la gracia de Dios estará con vosotros y os fortalecerá.
Lucía relata que mientras la Señora pronunciaba estas palabras, abría
sus manos, y fuimos bañados por una luz celestial que parecía venir
directamente de sus manos. La
realidad de esta luz penetró nuestros corazones y nuestras almas, y
sabíamos que de
alguna forma esta luz era Dios, y podíamos vernos abrazada por ella.
Por un impulso
interior de gracia caímos de rodillas, repitiendo en nuestros
corazones: "Oh
Santísima Trinidad, te adoramos. Dios mio, Dios mio, te amo en el
Santísimo
Sacramento"
Los niños permanecían de rodillas en el torrente de esta luz maravillosa, hasta que la
Señora habló de nuevo, mencionando la guerra en Europa, de la que tenían poca o ninguna
noción.
Después de esto Ella comenzó a elevarse lentamente hacia el este, hasta que
desapareció en la inmensa distancia. La luz que la rodeaba parecía que se adentraba
entre las estrellas, es por eso que a veces decíamos que vimos a los cielos abrirse.
Los días siguientes estuvimos llenos de entusiasmo, aunque ellos no pretendían que fueran
así. Lucía había prevenido a los otros de mantener su visita en secreto, sabiendo
correctamente las dificultades que ellos experimentarían si los eventos se supiesen. Sin
embargo la felicidad de Jacinta no pudo ser contenida, cuando prontamente se olvidó de su
promesa y se lo reveló todo a su madre, quien la escuchó pacientemente pero le dio poca
credibilidad a los hechos. Sus hermanos y hermanas se metían con sus preguntas y chistes.
Entre los interrogadores solo su padre, "Tio Marto", estuvo inclinado a aceptar la
historia como verdad. El creía en la honestidad de sus hijos, y tenía una simple
apreciación de las obras de Dios, de manera que él se convirtió en el primer creyente
de las apariciones de Fátima.
La madre de Lucía, por otro lado, cuando finalmente escuchó lo que había ocurrido,
creyó que su propia hija no solo era la instigadora de un fraude, si no de una blasfemia. Lucía
comprendió rápidamente lo que la Señora quería decir cuando dijo que ellos sufrirían
mucho. María Rosa no pudo hacer que Lucía se retractara, aún bajo amenazas. Finalmente
la llevó a la fuerza donde el párroco, el padre Ferreira, sin tener éxito. Por otro
lado, el padre de Lucía, quien no era muy religioso, estaba prácticamente indiferente,
atribuyendo todo a los caprichos de mujeres. Las próximas semanas, mientras los niños
esperaban su próxima visita de la Señora en Junio, les revelaron que tenían pocos
creyentes, y muchos en contra en Aljustrel y Fátima
En Portugal, el trece de Junio es una gran fiesta, la fiesta de San
Antonio de Lisboa,
conocido comúnmente como San Antonio de Padua. Este milagroso
franciscano nació
en Lisboa y había entrado a la vida religiosa como un Canónigo Ragular
de la Santa Cruz,
residiendo primero en Lisboa y después en Coimbra antes de dejar la
orden Portuguesa, para
ingresar a la nueva orden de Hermanos Franciscanos Menores y esperar el
martirio en tierras lejanas de misión.
Esta fecha citada del 13 de
junio, era y es,
la fiesta de los niños en Portugal, de manera que los padres de Lucía
naturalmente
pensaron que las festividades de la parroquia de Fátima distraerían a
Lucia de su cita
en Cova. Sin embrago, no afectada por esta táctica Lucía y los Marto
procedieron a ir al
sitio de la aparición para cumplir con su cita al mediodía.
Cuando ellos llegaron vieron que había una pequeña multitud esperándolos.
Después de haber recitado el rosario con Jacinta y Francisco junto con las personas que
estaban presentes, vimos otra vez, el reflejo de luz que se nos acercaba (solíamos decir
que eran rayos) y después, a Nuestra Señora en el roble como en mayo.
" Por favor dígame, Señora, ¿qué es lo que quiere de mi?"
Quiero que vengais aquí el día trece del mes que viene. Quiero que continúeis diciendo el
Rosario todos los días. Después de cada misterio, hijos mios, quiero que receisn de esta
manera. "Oh mi buen Jesús, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del
infierno. Lleva a todas las almas al cielo, especialmente a las más necesitadas de tu
Divina Misericordia". Quiero que aprendais a leer y a escribir, y luego os diré que
más quiero de vosotros.
"¿Nos llevará al cielo?"
Si, me llevaré a Jacinta y a Francisco muy pronto, pero tú te quedarás un poco más, ya
que Jesús desea que tu me hagas conocer y amar en la tierra. Él también desea que tú
establezcas devoción en el mundo entero a mi Inmaculado Corazón.
"¿Debo permanecer en el mundo sola?"
No sola, hija mía, y no debes estar triste. Yo estaré contigo siempre, y mi Inmaculado
Corazón será tu consuelo y el camino que te llevará hacia Dios.
En el momento en el que ella dijo las últimas palabras, abriendo sus manos, Ella nos
transmitió por segunda vez, el reflejo de esa luz intensa.
En ella sentíamos que
estabamos sumergidos en Dios. Jacinta y Francisco parecían estar en la parte de la luz
que se elevaba hacia los Cielos, y yo en la parte que se derramaba sobre la tierra. En
frente de la palma de la mano derecha de Nuestra Señora estaba un corazón rodeado de
espinas que parecían clavársele. Entendimos que era el Inmaculado Corazón de María
ofrecido por los pecados de la humanidad, deseando ansiosamente reparación.
La aparición luego terminó como en la primera ocasión, con la Señora elevándose hacia
el este y desapareciendo en la "inmensidad de los cielos".
A pesar del gozo de esos preciosos momentos el dolor de los niños continuó las
siguientes semanas, moderado por la creencia de muy pocos de los presentes en Cova ese
día.
Ellos sabían que algo inusual había ocurrido – vieron los "rayos",
algunos percibieron un cierto oscurecimiento del sol, otros una pequeña nube gris que iba
y venía mientras ocurría la aparición y ellos creyeron. Sin embargo, las dificultades
con sus familias no cesaron, especialmente con sus madres, quienes estaban verdaderamente
alarmadas ya que los eventos no sólo continuaban sino que más bien se expandían. A
ésto se le añadió la ardua cautela del párroco, que sospechaba que después de todo
esto fuera a ser real, pero de del demonio.
Aparición de la Virgen de Fátima del 13 de Julio de 1917
Mientras se acercaba la fecha de Julio, Lucía continuaba turbada por las palabras de
su párroco que advertía que el diablo podría estar detrás de estas apariciones.
Finalmente, ella le confió a Jacinta que su intención era de no ir. Pero cuando el día
finalmente llegó, sus miedos y ansiedades desaparecieron, de manera que a las doce
estaba en Cova con Jacinta y Francisco, esperando la llegada de la bella Señora.
La aparición del 13 de julio probó ser en muchas formas, la parte más controvertida del
mensaje de Fátima, proveyendo un secreto en tres partes que los niños guardaron
celosamente. Las primeras dos partes, la visión del infierno y la profecía del futuro
rol de Rusia y cómo prevenirlo, no serían reveladas hasta que Lucía las escribió en su
tercer diario, en obediencia al obispo, en 1941. La tercera parte, comúnmente conocido
como el Tercer Secreto, fue más tarde comunicado al obispo, quien lo envió sin leer al
Papa Pío XII.
Unos minutos después de haber llegado a Cova da Iria, cerca de la encina, donde un gran
número de personas estaban rezando el Rosario, vimos un flash de luz una vez más, y un
momento después Nuestra Señora se apareció en la encina.
"Lucía", dijo Jacinta, "habla". La Señora te está hablando".
"¿Si? Dijo Lucía. Ella habló humildemente, pidiendo perdón por sus dudas con
todos sus gestos, y le dijo a la Señora "¿Qué queréis de mi?
Quiero que vengais aquí el día trece del mes que viene. Continúeis rezando el Rosario
todos los días en honor a Nuestra Señora del Rosario, para obtener la paz del mundo y el
final de la guerra, porque sólo el rosario puede obtenerlo.
"Sí, Sí".
"Yo quisiera preguntarle quién es usted, y si puede hacer un milagro para que todo
el mundo sepa a ciencia cierta que se ha aparecido"
Debéis venir aquí todos los meses, y en octubre yo te diré quién soy y lo que quiero.
Después haré un milagro para que todos crean.
Por tanto segura de lo que hacía, Lucia comenzó a poner ante la Señora las peticiones
que todos le habían confiado. La Señora dijo muy gentilmente que ella curaría a
algunos, pero que a otros no los curaría.
"¿Y el hijo paralítico de Maria da Capelinha?"
No, no será curado ni de su enfermedad ni de su pobreza, y debe de asegurarse de rezar el
Rosario junto a su familia todos los días.
Otro caso encomendado por Lucía a la Señora fue el de una mujer enferma de Atougia quien
pidió que se la llevaran al cielo.
Dile que no tenga prisa. Dile que yo sé muy bien por qué, y cuando yo vendré a buscarla.
Haced sacrificios por los pecadores, y decid seguido, especialmente cuando hagais un
sacrificio: Oh Jesús, esto es por amor a Ti, por la conversión de los pecadores, y en
reparación por las ofensas cometidas contra el Inmaculado Corazón de María.
Mientras Nuestra Señora decía estas palabras abrió sus manos una vez más, como lo
había hecho en los dos meses anteriores. Los rayos de luz parecían penetrar la tierra, y
vimos como si fuera un mar de fuego.
Sumergidos en este fuego estaban demonios y almas en
forma humana, como tizones transparentes en llamas, todos negros o color bronce quemado,
flotando en el fuego, ahora levantadas en el aire por las llamas que salían de ellos
mismos junto a grandes nubes de humo, se caían por todos lados como chispas entre enormes
fuegos, sin peso o equilibrio, entre chillidos y gemidos de dolor y desesperación, que
nos horrorizaron y nos hicieron temblar de miedo. (debe haber sido esta visión la que
hizo que yo gritara, como dice la gente que hice). Los demonios podían distinguirse por
su similitud aterradora y repugnante a horrorosos animales desconocidos, negros y
transparentes como carbones en llamas. Horrorizados y como pidiendo auxilio, miramos hacia
Nuestra Señora, quien nos dijo, tan amablemente y tan tristemente:
Habeis visto el infierno, donde van las almas de los pobres pecadores. Es para salvarlos que Dios quiere establecer en el mundo una devoción a mi Inmaculado Corazón. Si vosotros haceisn lo que yo os diga, muchas almas se salvarán, y habrá paz. Esta guerra cesará, pero si los hombres no dejan de ofender a Dios, otra guerra más terrible comenzará durante el pontificado de Pio XI.
Cuando veais una noche que será
iluminada por una luz extraña y desconocida (esto ocurrió el 28 de Enero de 1938) sabreis que
ésta, es la señal que Dios les dará y que indicará que está apunto de castigar al mundo
con la guerra y el hambre, y con la persecución de la Iglesia y del Papa.
Para prevenir esto, vengo al mundo para pedir que Rusia sea consagrada a mi Inmaculado
Corazón, y pido que los primeros Sábados de cada mes se hagan comuniones en reparación
por todos los pecados del mundo. Si mis deseos se cumplen, Rusia se convertirá y habrá
paz, si no, Rusia repartirá sus errores alrededor del mundo, trayendo nuevas guerras y
persecuciones a la Iglesia, los justos serán martirizados y el Santo Padre tendrá que
sufrir mucho, ciertas naciones serán aniquiladas.
Pero al final mi Inmaculado Corazón
triunfará. El Santo Padre consagrará a Rusia a Mi Inmaculado Corazón, y esta será convertida y el mundo
disfrutará de un período de paz. En Portugal la fe siempre será preservada…. Recordad, no debeis decirle esto
a nadie más que a Francisco.
Cuando recéis el Rosario, decid después de cada misterio: Oh mi buen Jesús,
perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, especialmente a las más
necesitadas de tu Divina Misericordia.
" ¿Hay algo más que quiera de mi?"
No, no quiero nada más de ti hoy.
Luego, al igual que antes Nuestra Señora comenzó a ascender hacia el Este, hasta que
finalmente desapareció en la inmensa oscuridad del firmamento.
La posesión del Secreto probó ser una gran prueba para los tres pequeños. La familia,
los vecinos, seguidores de la aparición, hasta el clero, trató sin éxito que fuera
revelado.
Finalmente, en cuanto el día de la aparición se iba acercando, hasta el gobierno
civil que era secular y venenosamente anti clerical, alarmado por el número de personas
que estaban interesándose en los eventos de Fátima, atentaron con arrebatárselos y en
el proceso exponer a la Iglesia como colaboradora en un fraude.
Aparición de la Virgen de Fátima del 19 de agosto de 1917
Bajo el pretexto de proveerles de su propio automóvil, para que los niños pudieran
trasladarse seguramente en medio de la multitud que rodeaba sus hogares, el administrador
civil o alcalde del distrito en el que estaba ubicado Fátima, llegó a Aljustrel en la
mañana del 13 de agosto.
En un intento por conocer "la verdad" sin éxito, el
11 de agosto, Arturo Santos, un apóstata católico había
planeado una trampa que dejaría a los niños bajo su custodia para forzarlos a revelar
todo. Como acto de buena fe, se ofreció para llevar a los tres niños y a sus padres a
ver al párroco, quien él decía que quería verles, y así se fue a Cova.
En la casa
parroquial él abandonó esta artimaña así como a los padres llevándose solo a los
niños hasta la sede del distrito en Vila Nova de Ourem, a unas 9 millas de distancia.
Aquí el intentó comprarlos, los amenazó de muerte y encerrándolos en una celda con
otros "criminales" para hacerlos retractar de su historia. Todo esto, sin
ningún resultado.
A pesar de sus edades, su fe en la Señora y su coraje fueron
imperturbables.
Mientras tanto en Cova al mediodía del día 13, los signos externos característicos de la
aparición se hicieron visibles para la multitud, la mayor multitud hasta eses momento.
Después que estos signos terminaron la multitud se dispersó, sin saber nada de las trampas
tendidas por el gobierno.
Sin embargo, el "juicio" de los niños continuó por dos días, preocupando de
gran modo a sus familias. Finalmente, en la fiesta de la Asunción el 15 de agosto, el
Administrador los condujo de nuevo a Fátima y los dejó a los pies de la rectoría. Aquí
fueron vistos por la gente que salía de Misa tratando de sabera por parte del Tio Marto
dónde habían estado los niños. Este fue el
único esfuerzo serio por parte de la autoridades para intervenir en el tema de la Señora de
Fátima.
En cuanto a los planes de la Señora, fueron retrasados un poco. El Domingo 19 Lucía, su
hermano Juan y Francisco estaban pastoreando sus ovejas en un lugar llamado Valinhos.
Estaba ubicado al lado de la misma colina opuesta a Aljustrel donde se les apareció el
ángel dos veces, un poco más al norte.
Alrededor de las 4 de la tarde, presintiendo que
la Señora estaba apunto de aparecerce, Lucía trató sin éxito de convencer a su hermano Juan que
fuera a buscar a Jacinta, hasta que le ofreció unos cuantos centavos por ir a buscarla.
Mientras ella y Francisco esperaban vieron la luz típica. El momento en el que Jacinta
llegó, se apareció la Señora.
"¿Que queréis de mí?"
Que vengáis otra vez a Cova da Iria el trece del mes que viene, y continuéis rezando
el Rosario todos los días. El último día yo haré un milagro para que todos crean.
"¿Qué debemos hacer con las ofrendas que deja la gente en Cova da Iria?"
Quiero que hagáis dos andas (para cargar estatuas) para la fiesta de Nuestra Señora del
Rosario. Quiero que tú y Jacinta llevéis una de ellas con otras dos niñas. Vosotras dos os
vestiréis de blanco.
Y luego quiero que Francisco, con tres niños ayudándolo, cargue la
otra. Los niños también han de vestir de blanco. Lo que quede de las ofrendas ayudará
para la construcción de la capilla que ha de ser construida aquí.
Lucía luego preguntó por la curación de algunos enfermos
Algunos los curaré durante este año
(Y mirándolos tristemente, les dijo) Rezad, rezad, rezad mucho.
Haced sacrificios por los pecadores. Muchas
almas se van al infierno, porque nadie está dispuesto a ayudarlas con sacrificios.
Habiendo dicho esto se retiró como lo había hecho en otras ocasiones.
Aparición de la Virgen de Fátima del 13 de septiembre de 1917
A pesar del ridículo y las burlas causadas por la prensa secular y atea, más de 30.000
personas se reunieron en Cova para la aparición del mes de septiembre. Ahora mientras se
rezaba el Rosario la multitud pudo ver a los niños ponerse de pie mirando hacia el este
y ver como la admiración se apoderaba de sus rostros. Un momento mientras los niños
esperaban, mirando y mirando, sus ojos en la encina, su gozo encendido como una llama.
Ya
habían caído de rodillas de nuevo, y personas cerca de Lucía la escucharon decir:
"¿Qué queréis de mí?"
Continuad rezando el Rosario, hijitos mios. Hacedlo todos los días para que cese la
guerra. En octubre vendrá nuestro Señor, así como Nuestra Señora del Perpetuo Socorro
y Nuestra Señora del Monte Carmelo. San José se aparecerá
con el Niño Jesús para
bendecir al mundo.
A Dios le agradan vuestros sacrificios, pero no quiere que os pongáis las cuerdas de noche para
ir a dormir. Sólo ponéroslas durante el día.
"Tengo las peticiones de muchas personas que piden su ayuda.
¿Curaréis vos a una niña
que es sordomuda?"
Ella mejorará en un año.
"¿Y las conversiones que algunos han pedido? ¿Las sanaciones de los enfermos?"
Algunas las curaré a otras no. Nuestro Señor no confía en todos ellos,
pues algunos, recuperada su salud, volverían a caer en sus vicios y
pecados.
"¿Quiere que se construya una capilla pequeña aquí con el dinero que las personas
han dejado aquí?"
Sí, deseo que se construya una pequeña capilla en honor de Nuestra Señora del Rosario.
Pero diles que se utilice sólo la mitad de ese dinero para esto. La otra mitad será
para las dos andas que ya os comenté y vosotros sabéis.
"Muchos creen que yo soy una impostora y un fraude, dicen que merezco ser colgada o
quemada. ¿Podéis por favor hacer un milagro para que ellos crean?"
En Octubre haré un milagro que permitirá que todos crean.
La entrevista se había terminado. La visión se elevó como antes, y Lucía, señalando a
la Señora, le dijo a la multitud: " Si desean verla, ¡miren! ¡miren!"
Aparición de la Virgen de Fátima del 13 de octubre de 1917
Durante la noche del 12 al 13 de octubre había llovido toda la noche, empapando el suelo
y a los miles de peregrinos que viajaban a Fátima de todas partes. A pie, por carro y
en carretas venían, entrando a la zona de Cova por el camino de Fátima – Leiria, que
hoy en día todavía pasa frente a la gran plaza de la Basílica. De ahí bajaban hacia el
lugar de las apariciones.
Hoy en día, en el sitio está la capillita moderna de vidrio,
encerrando la primera que se construyó y la estatua de Nuestra Señora del Rosario de
Fátima donde estaba la encina.
En cuanto los niños, lograron llegar a Cova entre las adulaciones y
el escepticismo que
los había perseguido desde mayo.
Cuando llegaron, encontraron críticos
que cuestionaban su veracidad y la puntualidad de la Señora, quien
había prometido llegar al
medio día. Ya habían pasado las doce según la hora oficial del país.
Sin embargo
cuando el sol había llegado a su apogeo la Señora se apareció como
había dicho.
"¿Qué queréis de mí?"
Quiero que se construya una capilla aquí en mi honor. Quiero que continuéis rezando el
Rosario todos los días. La guerra pronto terminará, y los soldados regresarán a sus
hogares.
"Sí, Sí"
"¿Me dirá su nombre?"
Yo soy la Señora del Rosario
"Tengo muchas peticiones de muchas personas. ¿Se las concederá?"
Algunas serán concedidas, y otras las debo negar. Las personas deben rehacer sus vidas y
pedir perdón por sus pecados. No deben de ofender más a nuestro Señor, ¡ya es ofendido
demasiado!
" ¿Y eso es todo lo que tiene que pedir?"
No hay nada más.
Mientras la Señora del Rosario se eleva hacia el este, ella tornó las
palmas de sus manos
hacia el cielo oscuro. Aunque la lluvia había cedido, nubes oscuras
continuaban oscureciendo el sol, que de repente se escapa entre ellos y
se ve como un suave disco de
plata.
"¡Miren el sol!"
En este momento, dos distintas apariciones pudieron ser vistas: el fenómeno del sol
presenciado por los 70,000 espectadores y aquella que fue vista solo por los niños.
Lucía describe esta aparición en su diario.
Después que la Virgen desapareció en la inmensa distancia del firmamento, vimos a San
José y al Niño Jesús que parecían estar bendiciendo el mundo, ya que hacían la señal
de la cruz con sus manos. Un poco después cuando esta aparición terminó vi a Nuestro
Señor y a Nuestra Señora, me parece que era lo Dolorosa. Nuestro Señor parecía
bendecir al mundo al igual que lo había hecho San José. Esta aparición también
desapareció y vi a Nuestra Señora una vez más, parecida a nuestra Señora del Carmen
(Sólo Lucia vio la última aparición, como anticipando su entrada al Carmelo unos años
después.
Estas serían las últimas apariciones en Fátima para Jacinta y Francisco. Sin embargo, a
Lucía, nuestra Señora se la apareció una séptima vez en 1920, como lo había prometido
la Señora el mes de mayo. Esta vez Lucía estaba en oración en la Cova, antes de dejar
Fátima para ir a un internado de niñas. La Señora vino para alentarla a que se dedicara
enteramente a Dios.
Mientras los niños veían las diversas apariciones de Jesús, María y San José, la
multitud presenció un prodigio diferente, el ahora conocido como el famoso milagro del
sol. Entre los testigos estaban los siguientes:
Testimonios sobre las apariciones de la Virgen de Fátima
O Seculo (un periódico de Lisboa pro gubernamental y anticlerical)
Desde el camino, donde estaban estacionados los vehículos donde cientos de personas se
habían quedado, ya que no querían pisar el lodo, uno podía ver la gran multitud
volverse hacia el sol, que parecía sin nubes y estaba en su apogeo. Parecía una placa de
pura plata y se podía mirar fijamente sin incomodar. Pudo haber sido un eclipse que
sucedía en ese momento. Pero en ese mismo momento se produjo un gran grito, y uno podía
escuchar a los espectadores más cercanos gritar: ¡un milagro! ¡un milagro!
Ante el asombro reflejado en los ojos de los espectadores, cuya semblanza era bíblica ya
que todos tenían la cabeza descubierta, y que buscaban ansiosamente algo en el cielo, el
sol temblaba, hizo ciertos movimientos repentinos fuera de las leyes cósmicas – el
sol "danzaba" de acuerdo a las expresiones típicas de la gente.
Había un viejecito parado en las escaleras de un obús con su rostro girado hacia
el sol que recitaba el credo en alta voz. Pregunté quien era y me dijeron que era el
señor Joao da Cunha Vasconcelos. Lo vi después dirigiéndose a los que estaban a su
alrededor con sus sombreros puestos y les imploró vehementemente que se descubrieran sus
cabezas ante tan extraordinario milagro.
Las gentes se preguntaban los unos a los otros lo que habían visto. La gran mayoría
admitió ver el sol danzando y temblando, otros afirmaban que habían visto el rostro de
la Virgen Santísima. Otros juraron que vieron el sol girar como una rueda que se acercaba
a la tierra como si fuera a quemarla con sus rayos. Algunos dijeron haber visto cambios de
colores sucesivamente.
O Dia (otro diario de Lisboa, edición 17 de octubre de 1917)
"A la una en punto de la tarde, mediodía solar, la lluvia cesó, el cielo de color
gris nacarado iluminaba la vasta región árida con una extraña luz. El sol tenía como
un velo de gasa transparente que hacía fácil el mirarlo fijamente. El tono grisáceo
madre perla en que se tornó en una lámina de plata, que se rompió cuando las nubes se
abrían y el sol de plata envuelto en el mismo velo de luz gris, se vio girar y moverse en
el círculo de las nubes abiertas. De todas las bocas se escuchó un gemido y las personas
cayeron de rodillas sobre el suelo fangoso…..
La luz se tornó en un azul precioso, como si atravesara el vitral de una catedral y
esparció sus rayos sobre las personas que estaban de rodillas con los brazos extendidos.
El azul desapareció lentamente y luego la luz pareció traspasar un cristal amarillo. La
luz amarilla tiñó los pañuelos blancos, las faldas oscuras de las mujeres. Lo mismo
sucedió en los árboles, las piedras y en la sierra. La gente lloraba y oraba con la
cabeza descubierta ante la presencia del milagro que habían esperado. Los segundos
parecían como horas, así de intensos eran.
Tio Marto (padre de Jacinta y Francisco)
Podíamos mirar con facilidad el sol, que por alguna razón no nos cegaba. Parecía
tililar primero en un sentido y luego en otro. Sus rayos se esparcían en muchas
direcciones y pintaban todas las cosas en diferentes colores, los árboles, la gente, el
aire y la tierra. Pero lo más extraordinario para mí, era que el sol no lastimaba nuestros
ojos. Todo estaba tranquilo y en silencio y todos miraban hacia arriba. De pronto, pareció
que el sol dejó de girar. Luego comenzó a moverse y a danzar en el cielo, hasta que
parecía desprenderse de su lugar y caer sobre nosotros. Fue un momento terrible.
María Capelinha (una de las primeras creyentes)
El sol transformó todo de diferentes colores – amarillo, azul y blanco, entonces se
sacudió y tembló, parecía una rueda de fuego que caía sobre la gente. Empezaron a
gritar "¡nos va a matar a todos!", otros clamaron a nuestro Señor para que
los salvara, ellos recitaban el acto de contrición. Una mujer comenzó a confesar sus
pecados en voz alta, diciendo que había hecho esto y aquello….
Cuando al fin el sol dejó de saltar y de moverse todos respiramos aliviados. Aún
estábamos vivos, y el milagro predicho por los niños fue visto por todos.
Yo estaba mirando hacia el lugar de las apariciones, esperando serena y fríamente que
algo sucediera, y con una curiosidad en descenso porque había pasado mucho tiempo sin
que sucediera nada que me llamara la atención. Entonces escuché miles de voces gritar y
vi que la multitud de pronto se giró hacia el lado contrario, sus espaldas en contra
del sitio donde yo tenía dirigida mi atención y miré al cielo del lado opuesto.
La hora legal era cerca de las 2 de la tarde, alrededor del medio día solar. El sol unos
momentos antes había aparecido entre unas nubes, las cuales lo ocultaban y brillaba clara
e intensamente. Yo me volví hacia el magneto que parecía atraer todas las miradas y lo
vi como un disco con un aro claramente marcado, luminoso y resplandeciente, pero que no
hacía daño a los ojos.
No estoy de acuerdo con la comparación que he escuchado que han hecho
en Fátima y la de un pesado disco plateado. Era un color más claro, rico y
resplandeciente que tenía algo del brillo de una perla. No se parecía en nada a la luna
en una noche clara porque al verlo uno y sentirlo parecía un cuerpo vivo. No era una
esfera como la luna ni tenía el mismo color o matiz. Parecía como una rueda de cristal
hecha de la madre de todas las perlas. No se podía confundir con el sol visto a través
de la neblina (porque no había neblina en ese momento), porque no era opaca, difusa ni
cubierta con un velo. En Fátima daba luz y calor y aparentaba un claro cofre con un arco
bien difundido.
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