lunes, 3 de diciembre de 2018

La vida no te dará las personas que quieres, sino las que necesitas

A  pesar de tener muchos vínculos afectivos con una gran variedad de  personas, algunas veces sentiremos inconformidad asociada con algunas de  nuestras relaciones, sintiendo que esos vínculos nos hacen daño, nos  restan y nos limitan.
Ante este escenario debemos intentar  entender que no siempre llegarán a nuestro lado las personas que nos  gustaría que ocuparan los espacios importantes, especialmente en nuestros corazones, sino que llegarán aquellas personas que necesitemos para aprender y para crecer.
Si  nos remontamos al principio de nuestra vida, como la conocemos, podemos  pensar que el hecho de tener los padres que tenemos es producto de un  proceso aleatorio, sin embargo, muchos defienden la teoría que esos  vínculos son elegidos a través de un acuerdo de almas, en donde tanto  padres como hijos cumplen un papel fundamental en lo que podríamos  llamar misión de alma.
En el núcleo familiar aprendemos a amar, a perdonar, a dar, a compartir, a tener paciencia.  Podemos tener unos padres a quienes nos resulte sencillo juzgar,  podemos tener hijos que nos den las lecciones más grandes de la vida,  pero estos fuertes vínculos jamás podrán pasar por nuestras vidas sin  aportarnos algo, bien sea herramientas, ejemplos, autoconocimiento a  través de la proyección, recursos o vivencias que marcarán nuestra  existencia como pocos. 
Paulatinamente  se irán creando otros lazos, con diversos tipos de personas, con  algunas veremos estrellas y con otras nuestro corazón puede estallar  (metafóricamente hablando) de ira, de frustración, de decepción. Algunas  personas nos amarán, otras nos harán difícil el camino, otras que ni  recordaremos sus nombres serán como ángeles salvadores en situaciones de  riesgo, pero cada una de ellas nos dejará algo.
No sabemos el  efecto que cada quien tiene en otro, ni recordamos los acuerdos de alma  que pudimos haber establecido, pero siendo conscientes de que cada uno  de nosotros marca a quienes tenemos cerca de una manera particular,  aprovechemos la posibilidad de hacerlo para bien. Procuremos bendecir  cada relación, sanar cada herida, intentemos tocar el alma de quienes nos acercan para estar dentro de las personas que marcaron sus vidas de una buena manera. 
Aprendamos  a mirar con los ojos del corazón, más allá de las apariencias y las  personalidades, se esconde bajo muchas capas un ser que al igual que  nosotros está aquí evolucionando, aprendiendo y como si fuese un juego  fue dotado de unas herramientas para alcanzar una misión que normalmente  ignora.
Probablemente cada uno tenga una misión de vida  particular, pero el propósito general es aprender a ser felices de forma  independiente de lo que ocurra y eso requiere dejar de identificarnos  con lo tangible y sencillamente ser, amándonos y dejándonos amar. Honra  cada presencia en tu vida, aunque prefieras algo diferente, ese ser  está en tu vida para favorecerte, así sea a través de caminos  complicados e inentendibles. Al final todo tendrá sentido.

Por: Sara Espejo

domingo, 2 de diciembre de 2018

Esquema del adviento 2018

Inicia con las vísperas del domingo más cercano al 30 de Noviembre y termina antes de las vísperas de la Navidad. Los domingos de este tiempo se llaman 1°, 2°, 3° y 4° de Adviento. Los días del 16 al 24 de diciembre (la Novena de Navidad) tienden a preparar más específicamente las fiestas de la Navidad.

El tiempo de Adviento tiene una duración de cuatro semanas. Este año 2018, comienza el domingo 2 de diciembre, y se prolonga hasta el 23 de diciembre. Podemos distinguir dos periodos. En el primero de ellos, aparece con mayor relieve el aspecto escatológico y se nos orienta hacia la espera de la venida gloriosa de Cristo. Las lecturas de la misa invitan a vivir la esperanza en la venida del Señor en todos sus aspectos: su venida al final de los tiempos, su venida ahora, cada día, y su venida hace dos mil años.

En el segundo periodo se orienta más directamente a la preparación de la Navidad. Su nos invita a vivir con más alegría, porque estamos cerca del cumplimiento de lo que Dios había prometido. Los evangelios de estos días nos preparan ya directamente para el nacimiento de Jesús.

En orden a hacer sensible esta doble preparación de espera, la liturgia suprime durante el Adviento una serie de elementos festivos. De esta forma, en la misa ya no rezamos el Gloria, se reduce la música con instrumentos, los adornos festivos, las vestiduras son de color morado, el decorado de la Iglesia es más sobrio, etc. Todo esto es una manera de expresar tangiblemente que, mientras dura nuestro peregrinar, nos falta algo para que nuestro gozo sea completo. Y es que quien espera es porque le falta algo. Cuando el Señor se haga presente en medio de su pueblo, habrá llegado la Iglesia a su fiesta completa, significada por solemnidad de la fiesta de la Navidad.

Tenemos cuatro semanas en las que Domingo a Domingo nos vamos preparando para la venida del Señor. La primera de las semanas de adviento está centrada en la venida del Señor al final de los tiempos. La liturgia nos invita a estar en vela, manteniendo una especial actitud de conversión. La segunda semana nos invita, por medio del Bautista a «preparar los caminos del Señor»; esto es, a mantener una actitud de permanente conversión. Jesús sigue llamándonos, pues la conversión es un camino que se recorre durante toda la vida. La tercera semana preanuncia ya la alegría mesiánica, pues ya está cada vez más cerca el día de la venida del Señor. Finalmente, la cuarta semana ya nos habla del advenimiento del Hijo de Dios al mundo. María es figura, central, y su espera es modelo estímulo de nuestra espera.

En cuanto a las lecturas de las misas dominicales, las primeras lecturas son tomadas de Isaías y de los demás profetas que anuncian la Reconciliación de Dios y, la venida del Mesías. En los tres primeros domingos se recogen las grandes esperanzas de Israel y en el cuarto, las promesas más directas del nacimiento de Dios. Los salmos responsoriales cantan la salvación de Dios que viene; son plegarias pidiendo su venida y su gracia. Las segundas lecturas son textos de San Pablo o las demás cartas apostólicas, que exhortan a vivir en espera de la venida del Señor.

El color de los ornamentos del altar y la vestidura del sacerdote es el morado, igual que en Cuaresma, que simboliza austeridad y penitencia. Son cuatro los temas que se presentan durante el Adviento:

Primer Domingo: 2 de diciembre
La vigilancia en espera de la venida del Señor. Durante esta primer semana las lecturas bíblicas y la predicación son una invitación con las palabras del Evangelio: "Velen y estén preparados, que no saben cuándo llegará el momento". Es importante que, como familia nos hagamos un propósito que nos permita avanzar en el camino hacia la Navidad; ¿qué te parece si nos proponemos revisar nuestras relaciones familiares? Como resultado deberemos buscar el perdón de quienes hemos ofendido y darlo a quienes nos hayan ofendido para comenzar el Adviento viviendo en un ambiente de armonía y amor familiar. Desde luego, esto deberá ser extensivo también a los demás grupos de personas con los que nos relacionamos diariamente, como la escuela, el trabajo, los vecinos, etc. Esta semana, en familia al igual que en cada comunidad parroquial, encenderemos la primer vela de la Corona de Adviento, color morada, como signo de vigilancia y deseos de conversión.

Segundo Domingo: 9 de diciembre
La conversión, nota predominante de la predicación de Juan Bautista. Durante la segunda semana, la liturgia nos invita a reflexionar con la exhortación del profeta Juan Bautista: "Preparen el camino, Jesús llega" y, ¿qué mejor manera de prepararlo que buscando ahora la reconciliación con Dios? En la semana anterior nos reconciliamos con las personas que nos rodean; como siguiente paso, la Iglesia nos invita a acudir al Sacramento de la Reconciliación (Confesión) que nos devuelve la amistad con Dios que habíamos perdido por el pecado. Encenderemos la segunda vela morada de la Corona de Adviento, como signo del proceso de conversión que estamos viviendo.
Durante esta semana puedes buscar en los diferentes templos que tienes cerca, los horarios de confesiones disponibles, para que cuando llegue la Navidad, estés bien preparado interiormente, uniéndote a Jesús y a los hermanos en la Eucaristía.  

Tercer Domingo: 16 de diciembre
El testimonio, que María, la Madre del Señor, vive, sirviendo y ayudando al prójimo. La liturgia de Adviento nos invita a recordar la figura de María, que se prepara para ser la Madre de Jesús y que además está dispuesta a ayudar y servir a quien la necesita. El evangelio nos relata la visita de la Virgen a su prima Isabel y nos invita a repetir como ella: "Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme?.
Sabemos que María está siempre acompañando a sus hijos en la Iglesia, por lo que nos disponemos a vivir esta tercer semana de Adviento, meditando acerca del papel que la Virgen María desempeñó. Te proponemos que fomentes la devoción a María, rezando el Rosario en familia, uno de los elementos de las tradicionales posadas. Encendemos como signo de espera gozosa, la tercer vela, color rosa, de la Corona de Adviento.

Cuarto Domingo: 23 de diciembre
El anuncio del nacimiento de Jesús hecho a José y a María. Las lecturas bíblicas y la predicación, dirigen su mirada a la disposición de la Virgen María, ante el anuncio del nacimiento de su Hijo y nos invitan a "Aprender de María y aceptar a Cristo que es la Luz del Mundo". Como ya está tan próxima la Navidad, nos hemos reconciliado con Dios y con nuestros hermanos; ahora nos queda solamente esperar la gran fiesta. Como familia debemos vivir la armonía, la fraternidad y la alegría que esta cercana celebración representa. Todos los preparativos para la fiesta debieran vivirse en este ambiente, con el firme propósito de aceptar a Jesús en los corazones, las familias y las comunidades. Encendemos la cuarta vela color morada, de la Corona de Adviento.


Gotitas de Sabiduría 79


 

Aprendamos algo de la espiritualidad de Oriente... Aplicable a nuestra espiritualidad Franciscana y Católica.


“Dejar ir te libera de cargas, de anclas, y te deja libre para comenzar de nuevo.”
– Eduardo Alighieri

Convivimos constantemente con la frustración de ver suceder aquellos eventos que están fuera de nuestro control. De a poco nos vamos dando cuenta de que nuestra voluntad es contingente, y que no es ella la que determina el curso de las cosas.
El encontrarnos cara a cara con nuestra pequeñez nunca es un momento fácil, y muchas veces puede llevarnos mucho tiempo el entender cuál es nuestro poder de acción en nuestra vida. Sin embargo, cada ley hindú de la espiritualidad nos enseña lo mismo en distintas situaciones: Acepta.
Acepta que hay algo más grande que ti, y que nada de lo que hagas puede confrontar esa Voluntad Superior. La vida seguirá su curso incluso si tú estás detenido peleando contra un evento pasado que no puedes aceptar.
En el transcurso de este ciclo hemos ido hablando un poco de cada ley hindú de la espiritualidad. En esta oportunidad, nos toca la cuarta y última ley.
Y la más determinante de todas.

Cuarta Ley hindú de la Espiritualidad: cuando algo termina, termina

Así es, y no hay nada que hacer al respecto.
El Buda nos enseña que una de las causas fundamentales del sufrimiento es el apego. Muchas veces sucede que determinados eventos del pasado nos detienen en el tiempo. Quedamos parados en el pasado, luchando para no aceptar algo que sucedió. Y este apego a un evento pasado nos pesa y nos lastima infinitamente impidiéndonos aprender y seguir con nuestra vida.
Esta ley hindú de la espiritualidad nos dice que debemos dejar ir los sucesos del pasado. Que mientas nos aferremos a algo que ya no está, no podremos apreciar lo que sí tenemos. La muerte de un ser querido, la ruptura de una relación o la pérdida de un trabajo son eventos que suceden por naturaleza, con los que tarde o temprano tendremos que convivir. Y si no aceptamos lo que esta ley nos enseña, entonces no podremos seguir adelante.
Cuando algo termina, termina. Y no está abierto a negociaciones. Sin embargo, nuestra postura al respecto si nos habilita a crecer y sacarle partido a este tipo de situaciones también.

Aceptar para sanar

Esto no significa que no esté bien llorar la pérdida, o que estar triste esté mal. También superar los eventos pasados consta de un ciclo, y la tristeza es parte fundamental del mismo. Debemos aprender de la tristeza también, y aceptarla para conocerla mejor, pues volveremos a sentirla indefectiblemente en el futuro. Es parte de la vida.
Lo que esta ley hindú de la espiritualidad nos enseña es que no debemos permitir quedarnos para siempre en esa parte del ciclo. La tristeza va y viene, al igual que todo en la vida. Debemos dejarla fluir y seguir adelante. Entiende que cuando algo se acaba realmente, por más importante que sea en tu vida, no retrocederá, pues ese es el sentido opuesto de la Voluntad Superior. Por más que sea tu voluntad.
Acéptalo, y sigue adelante. La vida te trae cosas nuevas a cada momento, y debes aprender a observar el sentido en que fluyen las cosas. Deja que este sentido te atraviese, y aprende a fluir con él. No tienes opción.
Cada ciclo que se cierra da paso a un nuevo ciclo que comienza. La vida misma es un ciclo, y tú también. Deja entonces que los eventos se desenvuelvan como la Voluntad Superior lo determina. Asume tu lugar en el mundo, y acepta humildemente los eventos que te son dados para aprender.
Las leyes hindúes de la espiritualidad se resumen en esto: Acepta. Acéptalo todo. Crece, aprende y evoluciona desde ahí.
Nada fuera de ti puede ser controlado por tu propia voluntad. Así que apunta tu voluntad hacia ti mismo, y deja que lo externo te muestre el camino.


sábado, 1 de diciembre de 2018

Adviento


E) EL ADVIENTO
SIGNIFICADO Y CONTENIDO
Adviento significa venida. Este tiempo nos prepara para la venida del Señor. La venida de Cristo al mundo se realiza en un triple plan:
PASADO: venida histórica a Palestina,
PRESENTE: venida sacramental, hoy,
FUTURO: venida gloriosa al fin del mundo.

Cristo está viniendo hoy y aquí, a nosotros, dentro de nosotros. Nos está haciendo concorpóreos suyos, solidarios de su persona y de su misterio redentor. Mediante el don de su palabra y de la eucaristía, Cristo se graba en nosotros. Nos hace su cuerpo. Su venida gloriosa al final de los tiempos no será otra cosa que la revelación de las venidas que ahora realiza en nosotros. Hay continuidad real entre su venida actual y su venida gloriosa. Exactamente igual como la semilla se prolonga en el fruto. Esta es la verdad de fe más grandiosa. Quien quiera encontrarse con el Cristo viviente, debe penetrar en el misterio de su presencia, a través de la liturgia. Es necesario que el cristiano tenga mirada interior. El adviento es radicalmente cercanía y presencia del Señor.

LOS GRANDES TESTIGOS DEL ADVIENTO

Son tres: El profeta Isaías, Juan el Bautista y la Virgen María.

Isaías anuncia cómo será el Mesías que vendrá. Sacude la conciencia del pueblo para crear en él actitud de espera. Exige pureza de corazón.

Juan el Bautista señala quién es el Mesías, que ya ha venido. Él mismo es modelo de austeridad y de ardiente espera.

María es la figura clave del adviento. En ella culmina la espera de Israel. Es la más fiel acogedora de la palabra hecha carne. La recibe en su seno y en su corazón. Ella le prestó su vida y su sangre. María es Jesús comenzado. Ella hizo posible la primera navidad y es modelo y cauce para todas las venidas de Dios a los hombres. María, por su fidelidad, es tipo y madre de la Iglesia.

LAS ACTITUDES FUNDAMENTALES DEL ADVIENTO


1. Actitud de espera. El mundo necesita de Dios. La humanidad está desencantada y desamparada. Las aspiraciones modernas de paz y de dicha, de unidad, de comunidad, son terreno preparado para la buena nueva. El adviento nos ayuda a comprender mejor el corazón del hombre y su tendencia insaciable de felicidad.

2. El retorno a Dios. La experiencia de frustración, de contingencia, de ambigüedad, de cautividad, de pérdida de la libertad exterior e interior de los hombres de hoy, puede suscitar la sed de Dios, y la necesidad de «subir a Jerusalén» como lugar de la morada de Dios, según los salmos de este tiempo. La infidelidad a Dios destruye al pueblo. Su fidelidad hace su verdadera historia e identidad. El adviento nos ayuda a conocer mejor a Dios y su amor al mundo. Nos da conocimiento interno de Cristo, que siendo rico por nosotros se hace pobre.

3. La conversión. Con Cristo, el reino está cerca dentro de nosotros. La voz del Bautista es el clamor del adviento: «Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios ... » (Is 40,3-5). El adviento nos enseña a hacernos presentes en la historia de la salvación de los ambientes, a entender el amor como salida de nosotros mismos y la solidaridad plena con los que sufren.

4. Jesús es el Mesías. Será el liberador del hombre entero. Luchará contra todo el mal y lo vencerá no por la violencia, sino por el camino de una victimación de amor. La salvación pasa por el encuentro personal con Cristo.

5. Gozo y alegría. El reino de Cristo no es sólo algo social y externo, sino interior y profundo. La venida del Mesías constituye el anuncio del gran gozo para el pueblo, de una alegría que conmueve hasta los mismos cielos cuando el pecador se arrepiente. El adviento nos enseña a conocer que Cristo, y su pascua, es la fiesta segura y definitiva de la nueva humanidad.

El Agua Bendita es Exorcística y Purificadora ¿Cómo Usarla?

En las puertas de las Iglesias normalmente hay pilas con agua bendita.Y normalmente los cristianos mojamos nuestros dedos en ellas y nos hacemos la señal de la cruz.¿Pero por qué lo hacemos?¿Qué función cumplen esas pilas ahí en las puertas de los templos.Estas mismas pilas las tenemos en nuestras casas con recipientes agua bendita.
Y nos bendecimos con ella y la aspergemos.
¿Y por qué la usamos también en nuestras casas?
¿En qué momentos la debemos usar?Los Sacramentales crean una conexión entre los mundos sobrenaturales y naturales.
Y por lo tanto santifican la vida del hombre. Debido a eso, son una amenaza para los malos espíritus.
Y su valor en la lucha contra las fuerzas del mal no puede tomarse a la ligera.

Rociar una persona poseída con agua bendita es un acto de ofrecer a Dios.
El agua bendita protege a las personas, casas, cosas, nos permite salir triunfantes de la lucha contra las tentaciones, el sufrimiento físico y mental, que brotan del espíritu del mal.
Por lo tanto, también se puede beber, se rocía en puntos dolorosos en el cuerpo y en artículos de uso diario.
Esto ayuda a neutralizar los signos manifestados por el espíritu del mal en el cuerpo, así como en los objetos.
Según la tradición fue San Alejandro I  en el segundo siglo que instituyó el uso del agua bendita.
Se trata de una práctica piadosa que lamentablemente las generaciones más jóvenes no están conociendo, y por tanto están cumpliendo menos que la gente de mayor edad.
     
NOS RECUERDA EL BAUTISMO
El agua bendita nos remite a nuestro bautismo, que fue el momento en que entramos a formar parte de la familia de Dios al ser reconocidos como hijos de Dios.
A través del agua que fue vertida sobre nuestras cabezas, nos convertimos en “templos del Espíritu Santo” (1 Corintios 6:19).
Ahí comienza nuestra adopción filial por parte del Creador.
Sobre nuestras cabezas se derrama el agua bendita y el sacerdote lo hace en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, o sea una bendición triple.

Nuestros dedos mojados en el agua bendita y la señal de la cruz con ellos no retrotraen a aquel momento.
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Cuando tuvimos una experiencia misteriosa y fundacional de recibir el sacramento del bautismo. 

Y el que estas pilastras estén en la puerta de los templos es una invitación de la Iglesia para que hagamos tal reconexión.
Que demos gracias a Dios por nuestra dignidad de ser amados por Él.
Y para refrescar nuestra conciencia de que somos hijos adoptados por Dios y miembros del cuerpo místico de Cristo.
    

¿DE DÓNDE VIENEN LOS EFECTOS DEL AGUA BENDITA?
Respecto a los efectos del agua bendita estamos en deuda principalmente a nuestro divino Salvador.
Él nos ha dado la gracia que obtenemos a través de su uso por los dolores de Su Pasión y Muerte.
La Santa Iglesia, sin embargo, que es el custodio de estos preciosos tesoros infinitos y de la gracia de Nuestro Señor, tiene a la vista estos méritos que se adjuntan a estos efectos el agua bendita.

Por lo tanto, debemos los efectos del agua bendita sobre todo a Cristo, y en segundo lugar a la voluntad y las oraciones de la Iglesia.

En cuanto a los efectos, es de señalar que, por el agua bendita, la gracia santificante no es conferida.
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Pero se obtiene la gracia a través de la cual el intelecto es iluminado y la voluntad se mueve para evitar el mal y hacer el bien.

También se obtienen beneficios corporales mediante agua bendita.
Pero si deseamos obtener grandes efectos con la utilización de agua bendita, tenemos estar bien preparados.
Debemos ante todo estar en estado de gracia y tener fe firme en la sumisión a Cristo y a su Santa Iglesia.
Por ello no debe entenderse que necesariamente a cualquiera se otorgarán todos los efectos inherentes a la utilización de agua bendita.
Pero sabemos que las gracias serán concedidas a quien tome agua bendita en la disposición adecuada.
Cuántas gracias favorece o se obtienen no se pueden determinar.
Tampoco uno no necesariamente va obtener el bien o la gracia que pretende obtener a través de agua bendita por muy bien que se pueda preparar.
Por ejemplo, el agua bendita se puede tomar para aliviar una enfermedad.
Tomada con fe firme y una gran confianza, ¿va a ser curada la persona sin falta? No.
Pero invariablemente podrá obtener alguna otra gracia que sea igual de importante para ella, o más aún.
Pero ¿por qué no trae el agua bendita infaliblemente el efecto deseado, a pesar de utilizarse con una disposición adecuada?   

El Catecismo enseña que los sacramentales, en consecuencia el agua bendita, operan principalmente por medio de la intercesión de la Iglesia (CIC 1667).

La Iglesia es la novia del Divino Salvador, y por lo tanto sus oraciones siempre son agradables a Dios.
Cuando la Iglesia ora, el novio divino ora con ella, y por esta razón su oración es poderosa para Dios.
Por lo tanto, puede ocurrir que un cristiano tibio pueda obtener grandes beneficios de la utilización de agua bendita.
La razón de esto es que Dios no ve en la indignidad de la humanidad, sino más bien en la oración de la Iglesia, lo que le agrada.
Pero sobre todo serán los hijos fieles de la Iglesia, que tratan de coordinar sus ideales con los del Divino Salvador y los de la Iglesia, los que participarán en los efectos dichosos de agua bendita.

¿CUÁLES SON LOS EFECTOS DEL AGUA BENDITA?

Estos son de una doble naturaleza: efectos de gracia para el cuerpo y los efectos de gracia para el alma.

Hay que tener en cuenta que las influencias nocivas y en ocasiones la enfermedad, se originan en gran parte con el diablo.
Y la oración de la Iglesia en la bendición del agua se dirige principalmente contra el espíritu del mal, y el agua bendita es de una manera especial un medio de protección contra este espíritu maligno.   
El agua bendita no es sólo un medio para alejar la enfermedad, sino es también una protección contra la enfermedad.

Pero la Santa Iglesia, en su oración por el bienestar corporal de sus hijos sabe bien que no sólo los sufrimientos corporales, sino la desgracias espirituales son dolorosas para la humanidad.
Es habitual sentir un consuelo extraordinario cuando se utiliza el agua bendita.
Se puede sentir una gran alegría y paz interior que no se  puede describir.

A medida que el alma es muy superior al cuerpo, también son los efectos espirituales del agua bendita superiores a los efectos corporales.

Esa agua bendita posee este efecto purificador y santificador.
No obstante, es posible concluir que no se lleva a cabo una purificación del pecado mortal, ya que ninguno de los sacramentales limpia de tal pecado.
Pero estamos en lo correcto al asumir una purificación del pecado venial y de las penas temporales debidas a pecado.
Doctores de la Iglesia están de acuerdo en que el agua bendita hace la remisión de los pecados veniales y la pena temporal debida por los pecados.
Santo Tomás de Aquino dice:
Por la aspersión de agua bendita la deuda del pecado venial es aniquilada.
Pero no siempre, sin embargo, habrá de abandonar todas las penas temporales.
Esto tiene lugar en proporción a la disposición de la persona que la usa, dependiendo del menor o mayor grado de ardor en el amor a Dios por parte de la persona que la usa”

El agua bendita no sólo posee el poder de limpiarnos del pecado venial y las penas temporales, sino que también nos ayuda a superar las tentaciones del diablo.

El agua bendita también tiene efectos santificantes.
Estos consisten en las gracias actuales que se pueden obtener.
Estas son las iluminaciones del intelecto y las inspiraciones del Espíritu Santo que ayudan a los fieles a ejercer con lealtad los deberes de su estado de vida, orar con devoción, escuchar un sermón con fines de lucro, y especialmente ayudar con recogimiento y devoción el Santo Sacrificio de la misa, y así participar en abundancia de sus preciosos tesoros.

Una iluminación, por ejemplo, puede ser comprender, mejor de lo que se había comprendido antes, sus defectos y sobre todo su pecado prevaleciente.

Una inspiración, en cambio, es cuando una voz interior le advierte sobre la solución definitiva para evitar la ocasión de pecado, o renunciar a un pecado conocido, o evitar las malas compañías o las ocasiones peligrosas, con mayor determinación.

Y buscar después, con seriedad, la virtud que está en oposición a su vicio predominante.

¿CUÁL ES EL EFECTO QUE PERSIGNARSE CON AGUA BENDITA TIENE SOBRE NOSOTROS?

El “efecto” de esta bendición es principalmente básicamente de limpieza. 

Nuestra intención al entrar en un templo es adorar a Dios y para ello tenemos que estar limpios.
Pero también vamos a misa y comulgamos para estar limpios, para purificar nuestras mentes y cuerpos de nuestros pecados, de nuestra falta de fe, de nuestros procederes indignos, de nuestras debilidades.  


De algún modo este gesto es un aspecto exterior de algo que nos debe suceder en el interior, o sea nuestro arrepentimiento y purificación.
No en vano en nuestras casas limpiamos las cosas con agua, las lavamos.
Entonces del mismo modo nosotros hacemos un símil de lavarnos internamente con este signo.

Buscamos un efecto sobrenatural de un hecho natural de persignarnos con el agua bendita.

Por lo tanto, desde el punto de vista sacramental, la conexión se extiende a lo sobrenatural.
También esto está acompañado con algún tipo de oración que podemos decir en ese momento pidiendo la purificación y la gracia para limpiarnos.
Los salmos se refieren a esto:
51:9 Purifícame con el hisopo y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que la nieve. 
Este tipo de gesto purificador pone nuestra mira en Dios y es una oración hacia él; por más que no digamos palabras oramos con nuestros actos.
Es un adicional a la liturgia que nos permite seguir viviendo la liturgia.

LAS PILAS DE AGUA BENDITA MUESTRAN LOS LÍMITES DEL ESPACIO SAGRADO

En la medida que las pilas de agua bendita están en la entrada de los templos, son señales y marcas que definen un espacio.
De aquí hacia afuera es el espacio secular y de aquí para adentro es el espacio sagrado.
Y el gesto que hacemos cuando entramos o salimos de ese lugar marca la diferencia de geografías.  
Cuando entramos es como que dejamos el mundo para ir a un área sagrada.

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Y cuando salimos es que volvemos a trajinar en el mundo profano
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Y esto se puede palpar claramente.
Salimos del ruido y el stress del espacio profano y entramos en otro donde reina el silencio, con luces menos estridentes, donde todo está armado para mostrarnos un mundo de belleza espiritual, donde nosotros debemos orar y adorar a Dios, lo cual refresca nuestra vida y renueva nuestras emociones.
Cuando hacemos el gesto al salir del templo nos ayuda a entrar en el mundo profano, que es peligroso y añoramos quedarnos en el sagrado, pero sabemos que no podemos.
Este mismo gesto lo realizamos en forma privada en nuestras casas. Hay gente que conserva recipientes con agua bendita y se bendice con ella al entrar y salir, simbolizando que pasa de un mundo a otro.
La experiencia física de sentir el agua santa limpia y fresca en nuestra piel expresa y fomenta la renovación espiritual. 
Nos ayuda a hacer la transición de la actividad normal en la actividad especial.

LAS ABLUCIONES VIENEN DE LOS JUDÍOS

Esta es una práctica que los cristianos tomamos de los judíos, porque previo a las adoraciones a Dios los judíos realizaban las abluciones rituales (lavados), que llevaban luego a la sesión de adoración formal. 
Eso se imitó en los templos cristianos, y en los atrios se formó una especie de lugar marca que es la transición entre el mundo externo y el mundo eclesial, donde se celebra la liturgia.

Por eso al principio había grandes fuentes de agua, que luego fueron derivando en las pequeñas pilas que vemos hoy a los lados de las puertas de los templos. . Aunque en algunos templos aún hay esas grandes pilas.

En esas pilas grandes los fieles sumergían las manos para purificarse antes de seguir para el espacio sagrado.
Que además tenía el significado de prepararse para entrar en la adoración, o sea que implica un cambio en nuestras emociones y nuestra mente.

EL VALOR EXORCÍSTICO DEL AGUA BENDITA

El poder de los sacramentales se encuentra en la oración de intercesión de la Iglesia.
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En nombre de la cual el sacerdote bendice o exorciza personas y objetos.

Según el exorcista y demonólogo Padre José Antonio Fortea el santiguarse con agua bendita al entrar en una iglesia no es un mero símbolo sino que tiene un poder exorcístico real.

El agua bendita produce tres efectos:

1.- “Atrae la gracia divina, purifica el alma y aleja al demonio.
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La Iglesia ha orado sobre esa agua con el poder de la Cruz de Cristo.
El poder sacerdotal ha dejado una influencia sobre esa agua.
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2- Al mismo tiempo purifica parte de nuestros pecados, tanto los veniales como el reato que quede en nuestra alma.
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3.-- Aleja al demonio.
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El demonio puede entrar perfectamente en una iglesia, sus muros no le contienen, el suelo sagrado no le refrena.
Sin embargo el agua bendita, sí que le aleja.”

Y continúa:
La gente se suele quejar de que se distrae mucho en la Iglesia, el demonio tiene gran interés en distraernos justo cuando vamos a estar en contacto con las realidades sagradas.
Por eso es tan útil el agua bendita de la entrada.
Aun usando el agua bendita podemos despistarnos, pero tendremos la seguridad de que las distracciones proceden de nosotros y no del demonio”.

FORMAS PRIVADA DE USAR EL AGUA BENDITA

Una forma de uso, como ya hablamos, es persignarse con agua bendita. . Otra es aspergerla (salpicarla) sobre sí mismo o sobre otras personas, lugares u objetos. . Y otra es beberla o pasarla en partes del cuerpo.

Los momentos de uso son múltiples.  


Uno es cuando una persona hacer algo importante  y siente malestar, bajón, dolor de cabeza, en cuyo caso usa el agua bendita.
Otro es cuando se producen problemas de relación entre las personas, una pelea, desarmonía, en las cuales siempre está metido el maligno.
La señal de la cruz con agua bendita lo ahuyenta.
También sirve cuando un mismo está irritado, de mal humor, las cosas no le salen.
También algunos consideran que puede librarnos de accidentes y hasta ayudar a recuperarnos de enfermedades.
Hay gente que hasta cocina con agua bendita, le pone un chorrito de agua a la comida para proteger y bendecir a su familia, y para que lo cocinado salga bien.

Para que el agua sea bendita debe estar bendecida por un ordenado según el ceremonial del “Ritual de Bendiciones” y en el propio “Misal Romano”.

Por todo esto es recomendable que las personas anden con agua bendita encima para usar en diferentes momentos.
Asperger la casa de vez en cuando con ella y santiguarse con ella al entrar y salir de la casa.
Y desde luego hacer esto con el agua bendita en las pilas a la entrada de las iglesias.

OTROS TIPOS DE SACRAMENTALES

Aceite exorcizado es un tipo especial de sacramental.
Según el padre Amorth, exorcista romano, el aceite tiene la capacidad de eliminar comidas mágicas, venenosas, impuras, que entran en el cuerpo a través del comer o beber.
Por lo tanto, el aceite exorcizado se puede usar para condimentar los alimentos, cuando existe la sospecha de que algo venenoso, nocivo o mágico se ha comido.
Provoca una expulsión rápida del objeto en cuestión.
Frotar con aceite en el cuerpo de la persona poseída ayuda a la obra de la gracia en la lucha con el espíritu del mal y su influencia.   


Sal exorcizada a través de la aspersión en habitaciones consideradas infectados por las acciones de las fuerzas diabólicas, por ejemplo en lugares donde fueron convocados malos espíritus, o tuvieron lugar rituales paganos o espiritistas .
También se utiliza en la protección de casas, viviendas, edificios, granjas y campos, si se sospecha que están bajo la influencia de maldiciones.
La sal se puede añadir a la alimentación si hay sospecha que hay un encantamiento a través de una comida.
Incienso exorcizado se utiliza en condiciones específicas, cuando los malos espíritus abruman a la persona esclavizada, negándole  contacto con su entorno.
El humo del incienso exorcizado irrita a los malos espíritus, lo que hace que se revelen y alejarse.
Esto ayuda al sacerdote al reconocimiento de los malos espíritus.

UNA ANÉCDOTA

Durante años me tocó preparar a los padres para el Bautismo de sus niños.
Fue una travesía difícil el tratar de hacer entender a católicos no practicantes y que se acordaban de que había que acristianar al nuevo miembro de la familia, que había motivaciones que no eran las correctas para pedir el bautizo de su niño.
Una vez solucionados los problemas y malos entendidos y sorteados los obstáculos, quedaba lo mejor, la ceremonia propiamente dicha.
Y en cada ceremonia bautismal, me emocionaba de la misma manera al escuchar la plegaria de bendición del agua.  

Sabemos que él agua es fuente de vida: fecunda, regenera y purifica.

Aprendimos que ser bautizado significa ser sumergido en Cristo y participar ya desde ahora de Su vida.

Con esta bendición del agua, recordamos a Cristo, agua viva, que calma la sed para siempre.
Es bueno conocer las oraciones con las que el Sacerdote bendice el agua.

Oh Dios, que realizas en Tus Sacramentos obras admirables con Tu poder invisible y de diversos modos Te has servido de Tu creatura el agua para significar la gracia del Bautismo.

Oh Dios, cuyo Espíritu en los orígenes del mundo se cernía sobre las aguas para que ya desde entonces concibieran el poder de santificar.

Oh Dios, que incluso en las aguas torrenciales del Diluvio prefiguraste el nacimiento de la nueva humanidad, de modo que una misma agua pusiera fin al pecado y diera origen a la santidad.

Oh Dios que hiciste pasar a pie enjuto por el mar Rojo a los hijos de Abrahan para que el pueblo liberado de la esclavitud del Faraón fuera imagen de la familia de los bautizados.

Oh Dios, cuyo Hijo, al ser bautizado en las aguas del Jordán fue ungido por el Espíritu Santo, colgado de la Cruz vertió del costado agua junto con la Sangrey después de Su Resurrección mandó a Sus Apóstoles ·Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.”

Mira ahora a Tu Iglesia en oración y abre para ella la fuente del Bautismo. 

 Que esta agua reciba por elEspíritu Santo la gracia de Tu Unigénito, para que el hombre creado a Tu imagen y limpio en el Bautismo muera al hombre viejo y renazca como niño a nueva vida por el agua y el Espíritu. 

Te pedimos, Señor, que el poder del Espíritu Santo, por Tu Hijo, +descienda sobre el agua de esta fuente para que, los sepultados con Cristo en Su muerte, por el Bautismo, resuciten con Él a la vida+. Por Jesucristo, Nuestro Señor. 

Amén.

Te damos gracias, Señor, por las maravillas de Tu Creación y la fecundidad de todas Tus Creaturas.