sábado, 18 de septiembre de 2010

LA MALDAD DE LOS MALOS Y LA APATIA DE LOS BUENOS

En el Evangelio de esta semana nos encontramos con la historia de un administrador infiel, que al ser despedido por su amo, recurre a la astucia sin escrúpulos. Jesús hace ver que los hijos de las tinieblas en sus asuntos, son más astutos que los hijos de la luz.  Y esto es muy cierto. Porque en realidad hay más gente buena que mala en el mundo. Pero mientras los malos se focalizan muy bien en su maldad, en sus sinverguenzadas, en su falta de ética y de espiritualidad, los buenos no se comprometen con su propia bondad. Los principales problemas del mundo no los provocan los malos con su maldad, sino los buenos con nuestra indiferencia y apatía.
 Cuenta una historia que hubo una inesperada baja marea y que sorprendió a una gran cantidad de estrellas de mar, que quedaron varadas en la playa… miles y miles de ellas se movían intentando inútilmente regresar al mar. Conforme iba subiendo el sol, sus posibilidades de sobrevivir se acortaban. Una persona al pasar constató ese hecho y se lamentó por la mala suerte de esos pobres animales.  Al caminar por la playa encontró a otra persona que tomaba de una por una a las estrellas del mar y las llevaba al amparo de las olas.  El primero se acercó y después de contemplarlo un rato en silencio, le dirigió estas palabras: “ No se para que pierdes miserablemente tu tiempo… mira la inmensa cantidad de estrellas de mar varadas.. Por más esfuerzo que hagas, miles de ellas morirán. Lo que estás haciendo no tiene sentido. El otro hombre tenía una estrella en sus manos, y al depositarla en el agua, le contestó al primero: “Pues mira, por lo pronto para esta… sí tuvo sentido.” Y continuo con su labor… Dice el manual de la Legión de María que las cosas debemos hacerlas bien, y cuando no las podamos hacer con la excelencia que deberíamos, pues hay que hacerlas lo mejor que se pueda. Y cuando ni de esa manera nos sea posible… pues entonces hay que hacer una acción simbólica, por pequeña que sea. Lo que no se vale es quedarse cruzado de brazos.

En una ocasión me tocó una vigilia de Pentecostés en mi natal Guadalajara. Estuvimos más de 30 000 personas en una plaza de toros. Al entrar a cada uno nos dieron una velita.  Y como a las 3 am  apagaron todas las luces. Yo pensé que era para echar una dormidita… pero no. Pusieron en el centro de la plaza un cirio gigantesco.  Y empezaron a leer citas bíblicas como la que dice  Yo soy la luz del mundo … y otras así semejantes.  Doce personas se acercaron a encender sus velitas de ese gran cirio… y luego se dirigieron hacia la gente y empezaron a pasar la luz de uno en uno-  Y fue un espectáculo formidable cuando quedaron encendidas 30 000 velas, dando una luminosidad muy especial. Para mí el mensaje fue muy claro… Yo que puedo hacer con mi triste velita… que tanto puedo iluminar. Pero si nos uniéramos más y más… Ya podríamos ser luz para los que están en la oscuridad. En lugar de maldecir a la oscuridad, hay que prender nuestra luz.  El sida es una enfermedad en la que se bloquean nuestras defensas, dejando el cuerpo indefenso ante toda batería o virus… Yo creo que nuestra sociedad padece de un sida espiritual, por el cual permitimos al mal avanzar sin activarnos en su contra. Hay que hacer algo. Recuerda: tanto peca el que mata la vaca como el que le detiene la pata.

Fr Fernando Rodríguez, ofm

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