LA CRUZ, CAMINO HACIA LA LUZ. |
Jesús nos enseña que aquel que se opone a la cruz se pone de lado de Satanás. El orgulloso y soberbio Lucifer, odia la cruz porque Él, humilde y obediente, lo venció en ella. "Se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó y le dio el nombre que está encima de todo nombre, humillándose a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz." (Flp 2, 8-9)
Sólo Cristo tiene poder para convertir un símbolo de derrota en símbolo de victoria. Si la tierra que pisó Jesús es Tierra Santa, la cruz bañada con la sangre de Cristo, con más razón, es Santa Cruz.
Nuestros pecados son los causantes de la muerte de Jesús, no la cruz en sí misma. "Pero eran nuestras rebeldías las que lo traspasaban, y nuestras culpas las que lo trituraban. Sufrió el castigo para nuestro bien y con sus heridas nos sanó". (Is 53, 5). ¿Cómo puede ser la cruz signo maldito, si nos cura y nos devuelve la paz? La historia de Jesús no termina con su muerte. Cuando recordamos la cruz de Cristo, nuestra fe y esperanza se centran en el resucitado. Por eso para San Pablo ésta era motivo de gloria (Gál 6, 14).
“Mientras los judíos piden milagros y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado, que es escándalo para los judíos y locura para los paganos. En cambio para los que han sido llamados, se trata de un Cristo que es fuerza y sabiduría de Dios” (1 Cor 1, 22-24) Pablo reconoce que desde la óptica humana la cruz no tiene sentido, es una necedad y un escándalo religioso. Pero su fe en Dios le hace entender, que desde la perspectiva divina, la cruz posee una sabiduría misteriosa que revela su verdadero significado. Cuando se mira más allá de la muerte y la contemplamos desde la Resurrección, entonces podremos comprenderlo plenamente. La cruz no es más que el recordatorio de que después de la muerte nos llega la vida. Es el camino hacia la luz.
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