lunes, 13 de junio de 2011

San Antonio de Padua.

Per Antonium ad Jesum
A través de Antonio, a Jesús...
 Éstas son las memorables palabras usadas por el Papa Pío XI en el año 1930, con ocasión del séptimo centenario de la muerte de San Antonio.

Y de verdad ésta es la misión de San Antonio, el Santo extraordinario que, en el misterioso proyecto de la divina Providencia, es todavía hoy un gran maestro de vida espiritual, un ejemplo vivo de virtud y santidad, un poderoso intercesor delante de Dios.
Nosotros sabemos bien, como la Sagrada Escritura y la Iglesia nos enseñan, que el único Mediador entre Dios y los hombres es Jesucristo. Pero nosotros sabemos también, para nuestro gran consuelo, que los Santos, nuestros hermanos, han intentado imitar a Jesús a la perfección durante su vida terrena y, viviendo una vida de fe y de caridad heroica, han inclinado su vida hacia Dios y hacia sus hermanos. Ahora, junto a Cristo en el paraíso, ellos son modelos a imitar y son nuestros intercesores.
Por dicha razón, el Concilio Vaticano II enseña que "La Iglesia proclama el misterio pascual realizado en los santos que han sufrido y han sido glorificados con Cristo. La Iglesia propone a los fieles sus ejemplos que llevan a todos hacia el Padre a través de Cristo y, a través de sus méritos, implora los beneficios de Dios" (Sacrosantum Concilium, n.104).
Lo que es verdad de todos los santos es verdad sobre todo para San Antonio, que la gente de Padua llama simplemente "El Santo". Él fue invadido por un ardiente amor hacia su Señor, se sumergió en el espíritu del Evangelio, lo vivió en primera persona, predicándolo por todas partes por medio de sus sermones, lo explicó en sus escritos, y así mereció ser proclamado "Doctor evangélico" por la Iglesia.
También hoy el Santo sigue siendo lo que fue durante su existencia terrena: una luz y un guía para el pueblo cristiano. También hoy de él emana un mensaje de salvación: el mensaje para obtener, mantener y aumentar la gracia divina.
Aquellas personas que han visitado la Basílica de Padua, donde está su tumba, pueden testimoniar que San Antonio es de verdad para mucha gente una invitación a volver al Señor, a convertirse, a iniciar una nueva vida.
Durante todo el año muchísimos peregrinos van a Padua para rezar delante de la tumba del Santo. A él encomiendan sus sufrimientos, sus ansias, sus esperanzas y, cuando se van, éstos se van llevando consigo confortación y consuelo.
La oración que se eleva a San Antonio es simple, inmediata, y al mismo tiempo necesita luz y purificación. Sin embargo, es sin duda alguna un camino al alcance de todos para acercarse a Dios. Muy a menudo, de hecho, las personas simples y humildes son las que mejor saben hallar el camino para encontrar al Señor , más que los sabios o los grandes.

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