Es 3 de
octubre de 1226, anochece, y a pesar de ello las alondras revolotean
alrededor de la Pociúncula. En ese mismo momento, en el sur de Italia,
muere Fray Agustín de Asís; el obispo Guido, lejos, sueña a Francisco
diciéndole: “Mira, padre, dejo el mundo y me voy a Cristo”, los
presentes, cada uno a su manera, ven los prodigios del tránsito...El
cuerpo, tras casi 45 años de vida y dos de terrible enfermedad, yace
desnudo en la tierra tanto como “...el tiempo que se tarda en recorrer
una milla”.
Pocos
meses antes, en casa del Obispo, recibe la noticia de que le quedan
pocas semanas de vida: ¡Bienvenida hermana muerte! Y remata el Cántico
del hermano Sol: "Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana muerte
corporal, de la que ningún hombre vivo puede escapar. ¡Ay de los que
morirán en pecado mortal! ¡Dichosos los que encontrará en tu santísima
voluntad, pues la muerte segunda no le hará mal".
Desde ese
día pide a sus compañeros que le acompañen con el Cántico y que le
trasladen a la Porciúncula, cosa a la que acceden el 28 ó 29 de
septiembre.
De camino, desde la camilla, pide una parada en el Hospital de San Salvador de las Paredes y bendice a la ciudad de Asís.
Llegado
a la Enfermería de la Porciúncula, escribe a Giacoma de Settesoli
urgiéndole vaya a visitarle con paño ceniciento para amortajarle, cera
para la sepultura y su dulce favorito. Antes de partir el mensajero,
Giacoma se presenta en la casa con su hijo, su séquito y lo que
Francisco pedía en la carta. En atención a la clausura, es preguntado
sobre la conveniencia de dejar entrar a la dama: "Que pase, que esa
norma no vale para 'fray' Jacoba". Comparte el dulce con Bernardo de
Quintavalle, su primer compañero, y manda bendición por escrito a Clara,
enferma y temerosa de morir antes que él.
El día 30
de septiembre, tras una noche de terribles dolores, pide que le pongan
desnudo en el suelo y, cubriéndose la llaga del costado con la mano
exclama: “Hermanos, yo he terminado mi tarea. Cristo les enseñe la de
ustedes” y, obligado por el guardián a vestirse nuevamente, alza las
manos y empieza a cantar al Señor, bendice a fray Elías y a toda la
Orden. A la tarde del día 3 de octubre Francisco pide que le lean Jn 13:
“Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su
hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que
estaban en el mundo, los amó hasta el extremo...” Bendice tres panes y
manda repartirlos entre los hermanos, manifestando así su comunión con
todos. Creía que era jueves.
Murió,
desnudo sobre la tierra, como dos días antes había estado, tras haber
ordenado a fray León y a fray Ángel que cantaran en voz alta el Cántico
del hermano Sol mientras él entonaba, como podía, el salmo 141: "A voz
en grito clamo al Señor, a voz en grito suplico al Señor; desahogo ante
él mis afanes, expongo ante él mi angustia, mientras me va faltando el
aliento..."
En la
mañana del 4 de octubre el cadáver de Francisco es enterrado en la
iglesia de San Jorge. Pasan por San Damián donde las clarisas, quitada
la reja de la clausura, una a una, besan las manos llagadas del santo.
http://www.capuchinospr.org/index.php/noticias-actividades/item/que-es-el-transito-de-san-francisco
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1 comentario:
Dios nuestro Señor dé al mundo entero la conversión y un amor semejante al que San Francisco le demostró a Él y al prójimo.
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